Todo farmacéutico que esté ejerciendo la profesión tras el mostrador de la farmacia ha escuchado alguna vez (más de las que nos gustaría) frases, afirmaciones y creencias sobre el uso de los antibióticos por parte de los pacientes que son totalmente erróneas. De forma indirecta y, sin ser conscientes de ello, estos falsos mitos están favoreciendo al evidente aumento de las resistencias bacterianas. Un problema de salud pública preocupante y al que no podemos darle la espalda.
De hecho, por la crítica situación, la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2015 y con motivo de su 68ª Asamblea Mundial de la Salud, aprobó un Plan de Acción Mundial sobre la resistencia a los antimicrobianos.
Además, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), elaboró el pasado 2019 una campaña para el uso prudente de los antibióticos, como parte de las acciones del Plan Nacional frente a la Resistencia a los antibióticos (PRAN), promovido por el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Pero, y desde las Farmacias… ¿Cómo podemos ayudar a desterrar estos falsos mitos sobre el uso de los antibióticos?
Con información y con asesoramiento sanitario. Es imprescindible informar de forma correcta al paciente, con sólidos argumentos para desterrar esas falsas creencias sobre el uso de los antibióticos.
¿Cuáles son los mitos más escuchados tras el mostrador de la farmacia sobre el uso de los antibióticos?
«Dame Amoxicilina que me duele la garganta»
Si aquí pudiésemos poner sonido, sería ese de dar al botón rojo de error. Porque no hay nada más chirriante que hablar de dolor y relacionarlo con la toma de antibióticos. Los antibióticos no son analgésicos. Los antibióticos son sustancias que tienen la capacidad de eliminar o interrumpir el crecimiento y la proliferación de microorganismos patógenos. Así pues, los antibióticos pueden actuar como bactericidas (mata a las bacterias) o como bacteriostáticos (que suprime el crecimiento o reproducción de las bacterias).
Además, cada microorganismo es sensible a uno o varios antimicrobianos, por lo tanto, aquí no todo vale. Es decir, debemos tener en cuenta, que cada antibiótico debe usarse contra aquellas bacterias que le sean sensibles, de lo contrario, aumentaremos la resistencia bacteriana.
«Mira, no tengo tiempo para ir al médico y necesito antibiótico, porque al final es lo único que me hace efecto»
Ante esta frase, lo primero de todo es recordar al paciente que los antibióticos son con receta médica, todos, sin excepción.
Y, por otro lado, debemos indicar al paciente la importancia de acudir al médico para que le haga un diagnóstico correcto y valorar el tratamiento a pautar. El antibiótico no siempre es efectivo, ni mucho menos necesario.
«Hola, necesito una caja más de antibiótico, porque tenía en casa de la última vez, y no me queda para acabar el tratamiento»
Volvemos al punto anterior, debemos acudir al médico para que prescriba el antibiótico adecuado. No debemos automedicarnos por nuestra cuenta con antibióticos, nunca. ¿Cómo sabes que realmente necesitas antibiótico? y ¿Cómo sabes la dosis y pauta?
«Buenos días, mira, tengo 38 de fiebre, dame antibiótico que no tengo fuerzas para ir al médico»
Otra creencia errónea, es la de pensar que cuando tenemos fiebre, hay que tomar antibiótico sí o sí.
Pues bien, no tiene por qué, la fiebre es un síntoma más, al igual que lo es la tos, o los incómodos mocos. Y ésta puede estar provocada por una infección bacteriana (donde sí estaría indicado el uso del antibiótico) o por una infección vírica, donde nada tiene que hacer un antibiótico. Una vez más, es el médico, tras una evaluación, quien diagnosticará el tipo de afección y el tratamiento.
«Yo al tercer día, ya estoy mejor, ¿para qué me voy a seguir tomando el antibiótico?»
Esta quizás sea una de las creencias más arraigadas. Aquí, aunque es una ardua tarea, es de vital importancia seguir el tratamiento indicado por el médico, con la dosis y la frecuencia indicadas.
Hay una razón de peso, y se trata, de mantener una concentración adecuada de antibiótico en nuestro organismo, durante el tiempo suficiente, para que éste y el microorganismo patógeno que nos esté provocando la infección interactúen de forma específica. Y aquí, se pautará una frecuencia u otra, dependiendo de la vulnerabilidad del paciente, de la gravedad de la infección, del patógeno causante y del régimen antibiótico utilizado, entre otros factores.
«El médico me recetó una vez un antibiótico, no me acuerdo del nombre, solo recuerdo que era muy caro, y que por eso me funcionó muy bien»
Pues no, el precio, no necesariamente es indicativo de mejor o peor calidad de un antibiótico.
Volvemos a repetir, que la elección del antibiótico por parte del médico dependerá de criterios como el tipo de infección, su localización y el tipo de bacteria. Otros factores a tener en cuenta serían posible existencia de alergias o toma de otros medicamentos.